|
El Callaqui al atardecer |
Cada vez que me siento frente al teclado mi mente se ahoga. Ideas sueltas alcanzan a ser tipeadas antes de quedarme colgado en un precipicio de palabras sin sentido. Donde está la habilidad para escribir que tenía antes?. Yo creo que aún está por ahi. Escondida en un rincón y amenazada por las locas ideas que se apiñan como animales para salir de mi cuerpo. Y cuando logran decir algo las palabras se pierden en el extraño mundo de los recuerdos olvidados. Mi incapacidad de decir que no me terminan llenando la cabeza de extractos, rimas y cachureos que no debería guardar. Me propuse hace un tiempo ordenar ese desorden pero el resultado fue peor. Y de a poco van cayendo aquellas cajas de material. Buen material pero sin orden alguno. Por ahora no le veo una solución. Tendré que seguir llenando el baúl hasta que algún día estalle. Y espero que en ese momento esté con un lápiz en la mano para escribir todas aquellas reflexiones inconclusas y me permitan, por lo menos, descansar la mente en paz.
Luego mis pensamientos tratan de saltar más lejos, pero se diluyen en el aire de la misma manera como la luz de una linterna se pierde al tratar de alumbrar las estrellas. No encuentro nada. Me esfuerzo pero... es inútil. Nada, vacio.
Rodrigo Fica en Bajo la marca de la ira
1 comentario:
mmm...
que dilema
Publicar un comentario