12 octubre 2006

En el campo

La lluvia comenzó a caer desde las blancas nubes. Corrí rápidamente hacia la caballeriza que se ocupaba temporalmente como lechería debido a que a esta se le había destruido el techo en la pasada tormenta. Entré por la puerta e inmediatamente me detuve. Vi una luz, no puedo describir si era divina o simplemente sol que entraba por una rendija e iluminaba polvo. Seguí el has de luz y me encontré con un ternero. No debía tener más de una semana cuando noté que no respiraba. Sentí compasión por aquel animal que nunca vi vivo. Tan pronto como comenzó a llover también terminó. Salí del galpón y no vi ninguna nube, algo muy raro, pues no había estado más de tres minutos dentro del edificio. Continué mi camino que se vio interrumpido por la lluvia, pero noté que todo estaba seco, no habían rastros del agua caída. Seguí el camino de siempre, cerré los ojos porque ya me sabía el camino de memoria, cada bache, cada árbol y cada cerca. Al abrir los ojos quedé plasmado. Me encontraba en una loma totalmente verde y a mi izquierda, un árbol solitario. Observé bien y vi el océano, algo raro porque estaba a más de 100 km. Me volteé hacia el árbol y vi la misma oveja del potrero tendida frente al grueso tronco. Una escalera de madera ascendía hasta la copa desde el lado opuesto del madero. Lo comencé a subir poco a poco, pero parecía que no subía. Al llegar a una plataforma me acerqué a la baranda para observar el paisaje, pero noté que estaba por sobre las nubes. Miré hacia abajo y logré ver el espacio verde que correspondía a la loma en donde encontré el comienzo de la escala. Me asomé más para ver si lograba ver el árbol, pero la barra metálica cedió y empecé a caer. En ese momento extrañé la rutina, comencé a recordar paso a paso lo que hacía todos los días al levantarme, pero surgió la interrogante. ¿Cómo llegué hasta ese campo? Lo único que se me vino a mi cabeza fue ese escuchado “Levántate!” de todas las mañanas. Era extraño, porque me pareció oírlo como si me hubiesen hablado, pero no. Estaba cayendo desde un árbol hacia una loma a la cual llegué caminando con los ojos cerrados. Sentí una sensación extraña. Algo me tocó el brazo izquierdo. Era la oveja, que me miraba pensativamente, como si fuese totalmente ajeno.

Desperté enseguida. Mi Mamá mi repitió nuevamente “Levántate Flojo!”. Ahora terminé de armar el puzzle. Rehice la rutina como si no lo hubiese hecho en años. Al terminar, el gusto de no volverlo a hacerlo en un día.




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Tobias Hellwig Wendler

"Nadie prueba la profundidad del río con ambos pies"

3 comentarios:

carolina dijo...

hola! bien ando cn poco tiempo pq toi en clases :P gracias por postiar
la confirmacion estubo bien pero eran muuuxos!! si eso es verdad! y fue largisimo pero fue bello :)
q bien q te vayas de gira! y yo tambn me voi este año de gira! no el proximo! solo q al norte del pais, no a isla de poascua! jaja me voi el 2 de diciembre
yiap salu2
q te vaya bn
shauu!

Alex WB dijo...

dongo dongo dongo.....

no se, ese cuento en especial no me gusto, es un tanto confuso, surealista.... en otras palabras, r-a-r-o, pero esta bien escrito, pero prefiero los otros, son "mejores muchachos"

Eso es, saludos!

itanoB reldneW Xela

Tobias Hellwig dijo...

alex:

la idea era escribir algo surrealista, aunque yo también prefiero los cuentos realista.

nos vemos

salu2