08 septiembre 2006

Muerte en la Patagonia

La sed aumentaba con cada paso que se daba en la tierra seca y resquebrajada. Los coirones entorpecían el avance de la caravana que cada momento parecía mas pequeña. Todavía podían recordar aquel hecho que termino por mandarlos a donde ni los escasos animales que vieron ya hacia varios días habían estado. Las carabinas que portaban les parecían mucho más pesadas que al salir de aquel acogedor campamento. En parte tenían razón, porque el polvo ya había cubierto todo. Un caballo tropezó y quedó inmediatamente atrás, porque ya nadie gastaba las escasas energías necesarias para llegar a cualquier lugar. La monotonía del paso parecía no cesar en horas, y solo uno que otro grito de algún animal lograba hacer girar la cabeza a los numerosos hambrientos, los que inmediatamente levantaban sus polvorientas armas, pero desistían luego de ver su lejanía.
Un sonido de un pato hizo detener completamente la caravana, que levantaron las cabezas al mismo tiempo. Varias escopetas dispararon al unísono y el ave cayó inmediatamente. Poca atención le prestaron a un herido, que al apretar el gatillo, su arma estalló dejándolo con quemaduras de una gravedad letal. Los que lograron correr agarraron al pato, aunque más de uno de ellos recibió un golpe en el intento desenfrenado de coger aquel alimento. Finalmente decidieron compartirlo, aunque varios se opusieron a esta medida. Esta sería la última comida que recibirían antes de su lento pero torturador final.

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